Un libro es tan poco…

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 Por Ana María Shua

¡Un  libro! Pero un libro es tan poco…¿qué podría hacer un lector con un solo libro? Yo necesito muchos, todos al mismo tiempo, un poco de aquí y otro poco de allá. Verano de Coetzee, maravilloso y terrible, no sólo nunca leí, nunca pude siquiera imaginar que un autor sería capaz de denigrarse a sí mismo de esa manera cruel, entomológica y desapasionada. Es genial y duele. Alice Munro, qué cuentos, qué cuentazos escribe esa vieja loca canadiense, se cree que está escribiendo una novela, te trae a los personajes completos, con su familia y su pasado y sus amigos y sus compañeros de trabajo, cargados de historia, y lo que debería convertirse razonablemente en una novela de 500 páginas resulta, misteriosamente, en un cuento perfecto de treinta como mucho. ¿Cómo, cómo, cómo lo hace? Pero también están las memorias de Chauteaubriand, sus Memorias de Ultratumba, tanto mejores y más interesantes que sus engendros romáticos, famosísimos en su época y hoy pasados y pisados. Cuatro gruesos tomos y hasta ahora leí solamente uno, pero voy por los demás. Qué personaje de sí mismo, justo lo contrario de Coetzee, ese hombre se adoraba, se rendía pleitesía, no hacía más que admirarse de su propia inteligencia, de sus múltiples talentos y sin embargo…Sin embargo, quién se resiste a tanta inteligencia, a tan múltiples tanlentos. El hombre sabe lo que hace, es interesante enterarse de primera mano por qué orinó Sartre sobre su tumba. Y la mejor novela argentina de los últimos tiempos, La orfandad, de Silvia Iparraguirre, un libro que puede sostenerse derecho y mirar sin bajar la vista directamente a la cara de La tierra del fuego, otra novela genial de la misma autora. Lector, lector, no te distraigas, está por ahí Hernán Ronsino, argentino, menos de cuarenta, dos novela onettianas con una prosa honda como la muerte, buenas como la vida: Glaxo y La descomposición, hay que buscarlas pero encontrarlas es un lujo. Y sigo leyendo…

  * Sobre Ana María Shua 

Ana María Shua nació en Buenos Aires en 1951. Desde sus primeros poemas, reunidos en El sol y yo, ha publicado más de cuarenta libros. En 1980 ganó con su novela Soy Paciente el premio de la editorial Losada. Sus otras novelas son Los amores de Laurita, (llevada al cine), El libro de los recuerdos (Beca Guggenheim) y La muerte como efecto secundario (Premio Club de los XIII y Premio Municipal en novela). Cuatro de sus libros abordan el microrrelato, un género en el que ha obtenido el máximo reconocimiento en el ámbito iberoamericano: La sueñera, Casa de Geishas, Botánica del caos y Temporada de fantasmas. También ha escrito libros de cuentos: Los días de pesca, Viajando se conoce gente y Como una buena madre. Con Miedo en el sur obtuvo el Premio Municipal en el género cuento. Recibió varios premios nacionales e internacionales por su producción infantil-juvenil. Sus cuentos figuran en antologías editadas en diversos países del mundo. Algunas de sus novelas han sido publicadas en Brasil, España, Italia, Alemania y los Estados Unidos.

Daniela Rosito

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