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Destino
Estados Unidos
Herman Melville
M
Novela
Obsesion
Reseñas
Tragedia
Autor: Herman Melville
Origen: Estados Unidos
Año: 1851
Género: Novela
Subgénero: Tragedia
Tema: Obsesión, Destino
Reseña:

Las intenciones de Herman Melville al escribir Moby Dick (1851) son aún inciertas, a pesar de valiosos intentos de parte de muchos autores por descubrirlas. Pero aún así, en la lectura podemos llegar a percibir que hubo una motivación social, de cierta forma unida a una alegoría política (el modo de mandar, la forma de autoridad). Por otra parte, no debemos olvidar que hay una fuerte línea en dirección a lo teológico dentro de la obra, una simbología de la ballena Moby Dick, como lo inalcanzable e invencible. El barco, la comunidad es símbolo en Melvillle. El viaje, la vida a bordo, la convivencia con la tripulación, es una de las etapas más importantes de sus obras.
El protagonista de Moby Dick es un joven de experiencia, que busca y termina en el mar creyendo que allí encontraría su camino. Hallará un mundo nuevo y vivirá un estado de confrontación, además de descubrir una valoración de criterios éticos. Ismael es testigo y narrador. Se entrega a conocer este nuevo mundo pero todo cambia cuando entra en escena el Capitán Ahab. Dice Pérez Gállego[1] que “Ismael es 'despersonalizado' por su experiencia, perdiendo poco a poco su libertad, y resultando ser un eslabón más de ese rígido principio del orden que funciona en el Pequod.”
Melville se valió de muchas fuentes, entre ellas el Leviathan de Thomas Hobbes, La Biblia (la historia de Jonás) y Shakespeare. Melville se habrá entusiasmado con la tragedia isabelina, con personajes shakesperianos a los que espera la muerte inexorable. El enfrentamiento con lo que buscamos trae consigo una meditación teológica. El Capitán Ahab ha estado obsesionado toda su vida con la idea de matar a Moby Dick, y arrastrará consigo a los hombres de la tripulación. Este modo de solucionar el problema de un hombre frente al destino, siguiendo lo propuesto por Pérez Gállego, puede decirnos que Melville no vio posible solución y que pasados los niveles social, político y teológico, es el último, el que modela y cierra la obra. “Moby Dick puede ser entonces la patética historia de una indecisión, del miedo a aceptar una situación y enfrentarse con ella”[3].
Melville le entregó libertad a sus lectores: la capacidad de encaminarse por el simbolismo, entre el hecho y el significado. Pudo dominar el arte que le enseñaron los experimentos de Hawthorne, a quien le dedicó esta obra, porque poseía la fluidez de espíritu para dejar que el libro se escribiera por sí solo.
[1] Pérez Gállego, Cándido, “Viaje a la destrucción: Melville”, en Navegar mares prohibidos, Madrid, Cupsa; 1978, pág. 98.
[2] Ibid, pág. 102.
[3] Ibid, pág. 105.
Por Daniela Rosito.
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